EE UU invertirá en tecnología punta para reforzar su sistema de Defensa
La Administración Bush pretende consolidarse como única superpotencia mundial frente a los nuevos conflictos del siglo XXI
EE UU apuesta por la revolución tecnológica de su arsenal convencional para consolidarse como única superpotencia frente a los conflictos del siglo XXI, después de que la semana pasada el presidente George W.Bush propusiera al Congreso estadounidense el mayor gasto militar de las dos últimas décadas.
El nuevo presupuesto de Defensa, que asciende a 379.000 millones de dólares (el 12% más que actualmente), excede al total de los siguientes quince países con mayor gasto militar incluyendo Rusia, China y los aliados de la OTAN, y supone el 40% de todo el desembolso militar mundial. Entre otros gastos de última tecnología para reforzar su poderío militar en el mundo, la Administración Bush espera invertir en aviones espía no tripulados, 'bombas inteligentes', sistemas de defensa antimisiles (también en el espacio) y los nuevos aviones de combate.
EE UU apuesta así por lo último en sistemas electrónicos y nuevas tecnologías. Para el general John Jumper, jefe de la Fuerza Aérea estadounidense y miembro de la Junta de jefes de Estado mayor, "ya no es cuestión del número de combatientes, sino de su capacitación técnica".
Con el objetivo primordial de conseguir la seguridad total -el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, lo ha descrito como proteger a EE UU ante "lo desconocido, lo incierto, lo imprevisto y lo inesperado"-, el Pentágono ha fijado una serie de prioridades claras: acortar de minutos a segundos el tiempo que pasa entre la identificación de un objetivo y su ataque; aumentar la rapidez en la proyección de fuerza en cualquier punto del globo; e incrementar la precisión del golpe y mejorar la información sobre el campo de batalla. Para ello, EE UU incorporará a sus Fuerzas Armadas todas las ventajas de avanzados sistemas electrónicos y de las nuevas tecnologías de la información.
Steven Kosiak, del Centro de Investigaciones y Estudios Presupuestarios de Washington, afirma que "la experiencia en Afganistán demuestra la dificultad de establecer bases terrestres cerca de la zona de conflicto y, por tanto, debería orientarse el gasto hacia la aviación de largo alcance", razón por la que EE UU invertirá una partida importante en la fuerza aérea.
Destino del presupuesto
En primer lugar, se destinarán 1.000 millones de dólares en vehículos aéreos no tripulados, como el Global Hawk, capaz de llevar a cabo misiones de reconocimiento a baja altura y que vuela más rápido (560 kilómetros por hora) y más alto (casi 20.000 metros) que el Predator, también de la categoría de los no tripulados. Ambos disponen de cámaras infrarrojas y de televisión y radar, que transmiten a alta velocidad información sobre objetivos localizados (pueden identificar a una persona sobre el terreno a más de un kilómetro de altura).
Además, el presupuesto asigna 4.600 millones de dólares para la compra de 50 aviones de combate F-22 Raptor, que sustituirán a los F-15 y F-18 al ser más rápidos, más ágiles y más invisibles a los radares que éstos. Además, cuentan con todas las innovaciones en navegación, comunicaciones y munición. También se emplearán 3.500 millones de dólares para la producción del Joint Striker Fighter (JSF) y una cifra semejante en para comprar 44 F/A-18E/F Superhornet, que sustituye a los actuales portaaviones. Asimismo, se adquirirán doce aviones de transporte de tropas C-17 con mayor carga y autonomía de vuelo que los actuales C-5 Galaxy y que aterriza en pistas más cortas y despega más rápido, eludiendo la acción del enemigo.
Por otra parte, el presupuesto también contempla el gasto en municiones de precisión. A este respecto, EE UU asignará 1.300 millones de dólares a las nuevas 'bombas inteligentes', proyectiles guiados por láser o por satélite y que incorporan objetivos preprogramados, ya empleadas en la guerra del Golfo o ahora en la campaña de Afganistán. Estas bombas han logrado reducir drásticamente el número de muertos civiles y la cantidad de toneladas necesarias para destruir un objetivo, aunque no han eliminado los errores causados por fallos humanos ni evitado el mal tiempo o las transferencias electrónicas.
A este fin se espera fabricar las denominadas 'bombas de pequeño diámetro' (SDB, por sus siglas en inglés), que permitirán a los aviones tripulados o no cargar más municiones y atacar más objetivos al mismo tiempo.
En cuanto a la fuerza naval, la principal novedad está en hacer que los submarinos armados con misiles de largo alcance Trident sean capaces de llevar 150 misiles de crucero y fuerzas especiales, así como se espera incorporar a los grupos de combate navales el portaaviones nuclear Ronald Reagan, fortaleza flotante que alberga hasta 80 aviones y va acompañada por fragatas, destructores, submarinos y buques de suministros.
Otro de los proyectos de Bush es la defensa antimisiles, a la que se destinarán más de 7.000 millones de dólares en concepto de investigación, desarrollo y pruebas del escudo antimisiles. La construcción de un radar situado en el espacio, la entrada en funcionamiento de sensores espaciales que detecten un ataque de misiles y el desarrollo de un Sistema de Comunicaciones por Satélite de Alta Frecuencia constituyen las prioridades de este polémico proyecto.
Por último, otros de los puntos claves del presupuesto del Pentágono serán la inversión en investigación y desarrollo (que aumenta el 25%, hasta los 54.000 millones de dólares) y en defensa química y biológica.
En su afán por aplicar las últimas tecnologías a la Defensa de la nación, el Pentágono trabaja desde hace años en un proyecto aeronáutico muy confidencial basado en la creación de una nave capaz de salir de la atmósfera y entrar en órbita hasta recibir la orden de ataque, tras lo cual volvería a la atmósfera, bombardearía y desaparecería en el cielo, lejos del alcance de cualquier enemigo.
Fuente: El País10.02.02http://www.belt.es/
La Administración Bush pretende consolidarse como única superpotencia mundial frente a los nuevos conflictos del siglo XXI
EE UU apuesta por la revolución tecnológica de su arsenal convencional para consolidarse como única superpotencia frente a los conflictos del siglo XXI, después de que la semana pasada el presidente George W.Bush propusiera al Congreso estadounidense el mayor gasto militar de las dos últimas décadas.
El nuevo presupuesto de Defensa, que asciende a 379.000 millones de dólares (el 12% más que actualmente), excede al total de los siguientes quince países con mayor gasto militar incluyendo Rusia, China y los aliados de la OTAN, y supone el 40% de todo el desembolso militar mundial. Entre otros gastos de última tecnología para reforzar su poderío militar en el mundo, la Administración Bush espera invertir en aviones espía no tripulados, 'bombas inteligentes', sistemas de defensa antimisiles (también en el espacio) y los nuevos aviones de combate.
EE UU apuesta así por lo último en sistemas electrónicos y nuevas tecnologías. Para el general John Jumper, jefe de la Fuerza Aérea estadounidense y miembro de la Junta de jefes de Estado mayor, "ya no es cuestión del número de combatientes, sino de su capacitación técnica".
Con el objetivo primordial de conseguir la seguridad total -el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, lo ha descrito como proteger a EE UU ante "lo desconocido, lo incierto, lo imprevisto y lo inesperado"-, el Pentágono ha fijado una serie de prioridades claras: acortar de minutos a segundos el tiempo que pasa entre la identificación de un objetivo y su ataque; aumentar la rapidez en la proyección de fuerza en cualquier punto del globo; e incrementar la precisión del golpe y mejorar la información sobre el campo de batalla. Para ello, EE UU incorporará a sus Fuerzas Armadas todas las ventajas de avanzados sistemas electrónicos y de las nuevas tecnologías de la información.
Steven Kosiak, del Centro de Investigaciones y Estudios Presupuestarios de Washington, afirma que "la experiencia en Afganistán demuestra la dificultad de establecer bases terrestres cerca de la zona de conflicto y, por tanto, debería orientarse el gasto hacia la aviación de largo alcance", razón por la que EE UU invertirá una partida importante en la fuerza aérea.
Destino del presupuesto
En primer lugar, se destinarán 1.000 millones de dólares en vehículos aéreos no tripulados, como el Global Hawk, capaz de llevar a cabo misiones de reconocimiento a baja altura y que vuela más rápido (560 kilómetros por hora) y más alto (casi 20.000 metros) que el Predator, también de la categoría de los no tripulados. Ambos disponen de cámaras infrarrojas y de televisión y radar, que transmiten a alta velocidad información sobre objetivos localizados (pueden identificar a una persona sobre el terreno a más de un kilómetro de altura).
Además, el presupuesto asigna 4.600 millones de dólares para la compra de 50 aviones de combate F-22 Raptor, que sustituirán a los F-15 y F-18 al ser más rápidos, más ágiles y más invisibles a los radares que éstos. Además, cuentan con todas las innovaciones en navegación, comunicaciones y munición. También se emplearán 3.500 millones de dólares para la producción del Joint Striker Fighter (JSF) y una cifra semejante en para comprar 44 F/A-18E/F Superhornet, que sustituye a los actuales portaaviones. Asimismo, se adquirirán doce aviones de transporte de tropas C-17 con mayor carga y autonomía de vuelo que los actuales C-5 Galaxy y que aterriza en pistas más cortas y despega más rápido, eludiendo la acción del enemigo.
Por otra parte, el presupuesto también contempla el gasto en municiones de precisión. A este respecto, EE UU asignará 1.300 millones de dólares a las nuevas 'bombas inteligentes', proyectiles guiados por láser o por satélite y que incorporan objetivos preprogramados, ya empleadas en la guerra del Golfo o ahora en la campaña de Afganistán. Estas bombas han logrado reducir drásticamente el número de muertos civiles y la cantidad de toneladas necesarias para destruir un objetivo, aunque no han eliminado los errores causados por fallos humanos ni evitado el mal tiempo o las transferencias electrónicas.
A este fin se espera fabricar las denominadas 'bombas de pequeño diámetro' (SDB, por sus siglas en inglés), que permitirán a los aviones tripulados o no cargar más municiones y atacar más objetivos al mismo tiempo.
En cuanto a la fuerza naval, la principal novedad está en hacer que los submarinos armados con misiles de largo alcance Trident sean capaces de llevar 150 misiles de crucero y fuerzas especiales, así como se espera incorporar a los grupos de combate navales el portaaviones nuclear Ronald Reagan, fortaleza flotante que alberga hasta 80 aviones y va acompañada por fragatas, destructores, submarinos y buques de suministros.
Otro de los proyectos de Bush es la defensa antimisiles, a la que se destinarán más de 7.000 millones de dólares en concepto de investigación, desarrollo y pruebas del escudo antimisiles. La construcción de un radar situado en el espacio, la entrada en funcionamiento de sensores espaciales que detecten un ataque de misiles y el desarrollo de un Sistema de Comunicaciones por Satélite de Alta Frecuencia constituyen las prioridades de este polémico proyecto.
Por último, otros de los puntos claves del presupuesto del Pentágono serán la inversión en investigación y desarrollo (que aumenta el 25%, hasta los 54.000 millones de dólares) y en defensa química y biológica.
En su afán por aplicar las últimas tecnologías a la Defensa de la nación, el Pentágono trabaja desde hace años en un proyecto aeronáutico muy confidencial basado en la creación de una nave capaz de salir de la atmósfera y entrar en órbita hasta recibir la orden de ataque, tras lo cual volvería a la atmósfera, bombardearía y desaparecería en el cielo, lejos del alcance de cualquier enemigo.
Fuente: El País10.02.02http://www.belt.es/
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